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Ética Empresarial, una Cuestión de Coherencia(s) – Ene. 2024

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La ética es un término que se menciona con frecuencia, pero ¿qué significa realmente?

Según el DRAE, “la ética es conjunto de normas morales que rigen la conducta de la persona en cualquier ámbito de la vida; la parte de la filosofía que trata del bien y del fundamento de sus valores“. A primera vista, esto parece claro, pero ¿por qué entonces genera tantos debates y confusiones?

El desafío principal radica en alcanzar un consenso sobre cómo aplicar esta definición en distintos contextos. Estas normas morales no son universales ni inmutables en el tiempo y espacio. Lo que ayer se consideraba ético, hoy podría no serlo, y lo aceptable hoy puede cambiar mañana. Además, los estándares éticos difieren entre regiones, y las diferencias culturales son notables. Por ejemplo, la prohibición del trabajo infantil no siempre ha sido un principio universal, y aún hoy las perspectivas éticas al respecto varían entre las sociedades.

Del consumo ético al negocio ético

La ética ha ganado relevancia en nuestro modelo de consumo debido a una mayor conciencia sobre las repercusiones de nuestras elecciones y comportamientos como consumidores. Esto incluye considerar las externalidades, como los impactos ambientales y sociales de cualquier actividad, y se extiende también al ámbito empresarial. La ética empresarial se compromete a maximizar el impacto social positivo, mientras se obtienen beneficios sostenibles. Por tanto, se convierte en un pilar central de las prácticas y la gobernanza corporativa.

No obstante, la ética empresarial introduce una dimensión subjetiva y en evolución en un entorno que tradicionalmente prioriza la racionalidad y previsibilidad. Lo que en un lugar se considera ético, en otro puede ser inaceptable. Esto se complica aún más con la subjetividad individual, ya que cada persona tiene su propia interpretación de lo correcto o moral. Esta complejidad hace que la ética empresarial esté abierta a múltiples interpretaciones y su aplicación resulte desafiante.

Armonización de principios, valores y comportamientos

El desafío de la ética no es cumplir todas las expectativas, sino lograr una armonía entre principios y comportamientos. Para una empresa, esto significa alinear sus valores con los de sus grupos de interés (alineación horizontal) y con su conducta en todos los niveles (alineación vertical). Una alineación completa, tanto horizontal como vertical, fomenta un compromiso sólido y duradero. Sin embargo, una alineación parcial puede exponer a la empresa a críticas de “greenwashing” o “ethical-washing”.

En conclusión, el éxito de una ética empresarial pertinente se basa en demostrar constantemente su coherencia con los valores y principios de su ecosistema.

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